Asunción se despidió como lo hacía todos los días. Caminó en la misma dirección que caminaba todas las tardes. Cenó con el mismo apetito con que cenaba todas las noches y se perdió en la misma soledad en donde se ocultaban todos sus sueños. Asunción estuvo lista en la madrugada, como lo hacía todas las mañanas.