lunes, 16 de enero de 2012

Watch your step

Desde pequeño se supo constructor de tropiezos. Aliado de escalones, desniveles y grietas, dedicó sus fuerzas más puras a provocar esos pequeños traspiés que estremecían el esqueleto. Con el tiempo las sencillas imperfecciones del entorno lo aburrieron. Entonces se brindó a provocar deslices más complejos, a crear impurezas del avance tan sutiles que el cerebro no podía detectar y que el cuerpo tenía que atender con elemental improvisación.

Poco a poco depuró cada una de sus técnicas. Creó y desarrolló teoría sobre la materia, y amplió su campo de acción al añadir a su repertorio resbalones, puntillazos, patinazos y todo tipo de desbalance involuntario. Disponía de mil y una artimaña para entorpecer el andar.

Cuando la perfección dejó de ser quimera y se convirtió en repetitivas cotidianidades, comenzó a diseñar tropiezos figurativos. A los pocos meses juramentó como senador.