jueves, 19 de mayo de 2011

Cuento de Lenocinio

Aún no se había cerrado completamente la puerta tras ellos cuando el caballero salió a toda prisa. Sin perder la elegancia se arregló los tirantes, apretó el nudo del lazo y se dirigió en voz baja pero firme al joven tras el mostrador:

Ante la denegatoria recién acontecida del ósculo solicitado, exijo la devolución del caire anticipadamente encomendado.

Continuó poniendo las yuntas en su sitio, al tiempo en que verificaba que las puñetas de su fina camisa de hilo no estuvieran arrugadas. Perplejo, el rufián tras el mostrador cerró el diccionario y dispensó lo interpelado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario