martes, 15 de septiembre de 2009

Campamento

Fue un quince de septiembre y fue un grupo que en septiembre no llegaba a quince. La madrugada se prestaba para cómplice de lo que sería una aventura. Las paredes de bloques se sostenían por la neblina, los agujeros que eran ventanas y que volverían a ser ventanas se abrían a las demandas de los estudiantes. Las pancartas comenzaron a florecer. Entonces se pobló, el edificio en ruinas jamás estuvo tan completo. Llegaron catres, hamacas y latas de galletas. Llegaron boletines y las reuniones se reproducían a un ritmo inigualable.

Afuera había gente que no nos quería adentro. Eran militares y andaban uniformados y marchaban y hacían y reproducían la guerra. A lo largo de seis largos meses vivimos allí. A lo largo de seis largos meses, nos mojamos en los aun más largos aguaceros mayagüezanos. Compartimos, aprendimos, discutimos entre nosotros, nos conocimos y nos volvimos compañeros y compañeras. Defendimos aquella trinchera y ganamos una batalla.

Seis cortos años después me encuentro reflexionando sobre el asunto y me da trabajo escribir algo del Campamento. Definitivamente fue una Escuela y nosotros fuimos buenos Estudiantes.

Al FUDE, a los Profesores y Profesoras con el FUDE y todos los que estuvieron antes, durante y después, ¡Salud!

Seis (brevísimos) años después, seguimos estando cerca.

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