viernes, 24 de abril de 2009

Gobernadores

Hace tiempo que no escribo aquí porque la Escuela se encarga cada año de robarnos el abril que siempre precede al asfixiante mayo. En otras palabras tengo mucho que estudiar y asuntos como el derecho hipotecario no creo que sean del interés de mis siempre cultos lectores y lectoras.

La buena noticia es que en uno de tantos casos encontré lo que leerán adelante y me parece que sigue tan vigente como el día que se publicó. Quien lo escribió fue preso.

Las Fechorías de un Gobernador

No puede haber paz en Puerto Rico mientras exista la intervención, no habrá paz en Puerto Rico mientras Estados Unidos no respete la soberanía puertorriqueña y mucha menos paz existirá en Puerto Rico mientras Don Blanton el pirata, empañe con su presencia el lugar que ocuparon centenares de años personas de decencia en quienes era inherente el respeto a lo ajeno.

El ha sabido hacerse de una buena batería de corrales, donde conserva a sus anchas a un buen número de esclavos de quienes hasta avergonzados se sienten y con razón pueden sentirse los inocentes cochinitos que crían nuestros jíbaros y que diariamente son sacrificados para satisfacer el apetito de muchos seres de nuestra isla y también de muchos “cerdos nativos” que desde hace tiempo están bajo la custodia y amparo de su gran padre, protector y amamantador Blanton Winship.

Estos cerditos del burócrata de Santa Catalina hicieron una de sus primeras demostraciones allá para el 24 de octubre de 1935 cuando hastiados de que existiera valor y dignidad en nuestro pueblo, se propuso y mediante la intervención de sus bien disciplinados cerdos a que usaran los salones de nuestra Universidad para declarar “Non Grato” en ella al Doctor Pedro Albizu Campos; él había de hacer esto dentro de su mayúscula brutalidad y sólo con su espíritu de bestia, ignorando que ya América había consagrado a Albizu como uno de sus más ilustres hijos; él había de hacer eso contra Albizu Campos porque ignoraba que el inmenso Vasconcelos en una hora de conversación que sostuviera con Albizu, él mismo (Vasconcelos) ha expresado que aprendió más que durante los años que permaneció en las Universidades; él había de hacer eso porque ignoraba que Don Juan Marinello a quien quizás Don Blanton no se atreva ni mirar cara a cara, había dicho de Albizu lo que no se han atrevido decir del Blanton Winship ninguno de sus disciplinados cerditos; él había de hacer eso porque ignoraba que lo que vale algo en nuestra América había consagrado al hombre más que como un graduado común como un genio; en fin, él había de hacer todo eso porque él no es puertorriqueño y en nada le conviene que siendo él “el amo”, mediante las predicas del inmenso Albizu sus siervos fuesen a darse exacta cuenta de sus gatazos y fechorías y le fuesen a tildar tal y como yo lo estoy tildando desde la Matanza del 21 de marzo de 1937; en un bandido, en un asesino de verdad.

Sí, fué el 24 de octubre de 1935 el escogido por el mandón de Santa Catalina para dar comienzo o sea poner la primera piedra al edificio de sus grandes fechorías; y sabiendo él que el mismo estudiantado iba a dar un alto a lo ya por él ordenado, fué que hizo uso de sus cerdos uniformados de azul para que asesinaran indefensos y apiñados dentro de un automóvil a cinco pacíficos puertorriqueños; pero habían de ser de esos cinco cuatro nacionalistas para que existiese el pretexto; eran nacionalistas e iban según la mira de defensa del ogro de Santa Catalina a matar unos cuantos de sus amaestrados cerdos; ningún otro automóvil debía ser registrado ni sus pasajeros tiroteados; la orden de Don Blanton es: “Acabar con todo el que no se someta a su voluntad.”

Y con esta su primer maniobra y en unión ya de Riggs se apuntó su primer triunfo. Su primera obra de matón.

Ramón S. Pagán, Eduardo Rodríguez Vega, Pedro Quiñones, José Santiago Barea y Muñoz Jíménez. (Fdo.) Abraham Valentín Hernández, Mayagüez, P. R., marzo 20 de 1938.'

Puede sentirse en la libertad de cambiar Blanton por Fortuño o el político de su preferencia.

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