La conspiración para desmitificar lo divino y la conjura para divinizar, bajo nuestros propios términos, lo confabulado, lo bailado que nadie nos puede quitar, la ha definido algún incauto como fresquería. La desobediencia civil contra el pecado, que se desnuda de sus miedos bajo una luna distinta y que se queda en vela a ver como la noche nos devuelve el día siguiente, ha sido torpemente verbalizada, sólo para ser reivindicada por sus partidarios con pura convicción. Las pequeñas y tiernas caricias que atentan contra un estilo de vida pausado, lento y al que hay que estar consultándole cada movimiento no se pueden estudiar. Las miradas incendiarias que van y vienen, que hacen de cada día un solo instante, y que terminan por dejar una gran huella en el calendario del porvenir, han sabido contar con lo mejor de cada uno de nosotros.
Esta lucha es sobre esas marcas en el cuello que claman que todo tiempo pasado contigo fue mejor, pero que al mismo tiempo aseguran con vehemencia que lo mejor está por venir. Las horas que no eran de nadie, las convertimos en nuestras, las ahorramos o las malgastamos a nombre del colectivo y los portones se han vuelto la frontera entre el mundo de los de afuera y nuestro mundo mejor, que no solamente creemos posible, sino que lo estamos respirando llenos de esperanza. Un mundo con la única certeza de que la incertidumbre es el aire que alimenta el fuego de la imaginación.
Una universidad distinta, habitada en todos sus rincones por quienes la quieren, ha sido compinche y encubridora de cuanta fechoría se comete en su defensa. La pícara torre mira todo desde arriba, sonríe, se levanta sobre la gesta de sus queridos y ordena a cada una de sus paredes a susurrarnos con cierto cariñito que “no hay locuras sin amantes, ni Patria sin estudiantes”.
¡Ah! ¡Me encanta! Nando eres un gran escritor. =)
ResponderEliminarBellísimo. Y la respuesta apropiada al comentario enajenado del incauto.
ResponderEliminarMaravilloso. Entrelazas las letras de forma perfecta, construyendo palabras que con unos puntos y comas en lugares concisos, desbordan en lo virtual una bella sensibilidad que de ordinario no denotas...
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