lunes, 30 de noviembre de 2009

Policíacas

Donde come uno comen dos. Donde matan a uno matan a dos y hieren a tres. Ya las notas policíacas no tienen sazón. Son de tiros y se escriben y publican de un tirón. Joven acá, cuarentón allá, la mujer de fulano más allá, dos chamacos, varios tipos, algunos sujetos, unos cuantos posibles seres humanos. El móvil se desconoce, tal vez se ignora, la policía continúa investigando, hay poca información, nadie vio nada, la lucha por el control de los puntos de drogas siempre parece una respuesta contundente.

La calle está llena de casquillos, de vasitos de papel encerado, de plastiquitos amarillos con números y letras. La calle está manchada de sangre, una mancha que se confunde con el negro del asfalto y se nos hace invisible. Una mancha rodeada por una cinta amarilla que dice peligro, o no pase, o lo que sea. Anuncio que llegó tarde para el que acaban de llevarse en una bolsa plástica.

Leo otra nota en el periódico. Cada una es más corta que la anterior. Ahora se habla de los cuerpos sin vida de fulano y mengano. Los calibres se mencionan al detalle como quien quiere que el sicario mantenga su record y pueda hacer comparaciones estadísticas entre colegas.

Las cifras no me dan. La aritmética parece no ser tan simple cuando se trata de sumar difuntos. Van 832 asesinatos, le das refresh a la pantalla, una nueva noticia anuncia balacera frente a tu casa. Matan cinco y mueren ocho. La cifra de lo que va de año acumula 833.5 asesinatos.

La ola criminal también se ha convertido en un tsnami.

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